jueves, 14 de enero de 2016

VOLVER A VER... Y A CONFIAR. CAMBIAR PARA VIVIR


  Hay momentos en los que la creatividad te desborda. Todo te parece una historia... Hay luz rodeando cada cosa que ves. Y otras, en los que los momentos oscuros, el olor a muerto, el caminar arrugado con la barbilla clavada en el esternón, te puede, te invade, contagia la expresión de tu cara, transforma tu forma de mirar.
 En algunas ocasiones te acercas a la rendija, curioseas, empiezas con tus uñas a quitar la pintura y abres un agujero. Y miras... Y además de luz entra aire... Y empiezas de nuevo a vivir. ¿Eres tú quien cambia y ves todo de otra manera o cambia el decorado y lo accesorio para ver la luz de nuevo? No lo sé. Pero siempre termina apareciendo la luz y esa primera impresión de miedo y desasosiego termina en calma... El mar, al fondo, no lo quiere nadie pero al llegar a la playa, el mar se hace manso. Arena y espuma... suficientes elementos. Y luz... para volver a mirar... Y ver. Volver a ver... y a confiar. Cambiar para vivir.

lunes, 25 de mayo de 2015

EL PODER SOCIAL

El poder de la calle. El poder de la gente. Eso es lo que creo que ha ganado en las urnas.
La gente que escuchó a los que eran como ellos. A los que se han quedado sin trabajo e inventan lo que sea para llegar a fin de mes. A los que ya no tienen beca. A los que no tienen las mismas oportunidades. A la gente normal... pero no a la normalidad de los mítines; sino la de la calle.
El poder de los que son iguales a sus políticos. Esos políticos que empatizan con la gente. Los que saben cuáles son sus problemas y sus necesidades porque los han escuchado o conocen a alguien de su entorno que los están sufriendo. Los políticos que no tienen coche oficial ni cenan en restaurantes imposibles. Esa es la gente normal. Y esos son los políticos normales.


Esta es una etapa apasionante. Por la forma, sí, pero también por las caras del cambio: Mujeres valientes y comprometidas, dispuestas a defender lo que creen. Y tan generosas! Gracias!
Creo que se han abierto las ventanas y espero que esto nos ayude a respirar mejor. Confío en que sea el inicio de algo más. De otros cambios. De otras gentes. De otra ilusión. De otro compromiso. De la gente auténtica. De los que trabajan para los demás y no se aprovechan de ellos. Ha terminado el tiempo de los impostores y su séquito. Confío en que este aire fresco que ahora acaricia nuestra cara no sea un vendaval, sino brisa suave que nos acompañe y nos ayude a inaugurar un tiempo mejor para los que llegan detrás. Se lo merecen. Mi reconocimiento y mi aplauso a todos los que lo han hecho posible.

lunes, 23 de marzo de 2015

EN SILENCIO

Adoro el silencio... El de mi casa, el de la playa que sólo permite escuchar el mar y la resaca de las olas. El silencio en mi cabeza que me deja oírme y aconsejarme. Ese silencio como de mudo; mortífero.
Me gusta la gente que se mueve en silencio aunque lo haga rápido, con fuerza y convicción; pero en silencio. Los que hablan desde su silencio. Y con su silencio, se ganan mi respeto. Hay muchas maneras de hacer las cosas, con fuegos de artificio... y en silencio. Yo opté por el silencio pero... ¿Me ayuda el silencio o es momento de hablar? ¿O es posible hablar y también guardar silencio? Creo que hay que combinar las dos cosas. Esa es la clave del éxito.
Me hablan mis amigos y los que creen en mí. Y yo les escucho desde mi silencio. No es necesario convencer. El trabajo está hecho, sólo hay que mirarlo. Las grandes obras se miran en silencio. Y a veces te dejan mudo.

martes, 17 de febrero de 2015

PROTAGONISMO Y DISCRECIÓN

No soporto a la gente que se cree el ombligo del mundo. Que "retuitea" sin parar allí donde sale su nombre. Que no para de ensayar frases redondas y busca sin cesar la alabanza, en su rotundidad y su egocentrismo.
  Aquí, con mi cerveza en la mano, confieso que me gusta la gente sencilla. Humilde y discreta. La que incluso se sonroja con el aplauso y el reconocimiento. La que es capaz de compartir y repartir el éxito.
  Ay! Hay tan pocos! Y en esto del periodismo escasean. Si hubiera más, quizá nos iría mejor. En el periodismo. Y en la vida. Las historias que contamos no son nuestras. Son un regalo de sus protagonistas. No lo olvidemos, porque sin ellos no somos nada. Nada de nada.